20 mayo 2013

Un Llamado a las Misiones desde el Sinaí

Antes de dar a Moisés los 10 mandamientos en el Monte Sinaí, Dios tenía algo más que decir a los descendientes de Abraham. Les dijo, “Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” (Éxodo 19:5-6)

“Propiedad exclusiva” puede ser una frase impactante para un grupo desorganizado de ex-esclavos y, de hecho, esa frase se malinterpreta frecuentemente. A menudo, hay personas que piensan que esas palabras significan que los judíos eran, y tal vez aún son, un “pueblo escogido” como si esta fuera la última palabra; como si un título así viniera sin obligación o responsabilidad. Tal interpretación ignora cómo el término “propiedad exclusiva” va de la mano en este pasaje con “ustedes serán para mí un reino de sacerdotes.”

Esta referencia a los sacerdotes no es sobre el sacerdocio levita. Ese sacerdocio en particular daría estructura y organización a la vida religiosa de la comunidad. Ese sacerdocio fue establecido después -en Éxodo 28 conjuntamente con la construcción del Tabernáculo. Éxodo 19 es sobre algo completamente diferente. Es sobre la identidad fundamental del pueblo de Dios.

Al declarar a Israel un “reino de sacerdotes”, Dios está diciendo que todo Su pueblo debe involucrarse en lo que Pablo llamaría más adelante “el ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18). Es esta idea del “reino de sacerdotes” lo que le da sentido a “propiedad exclusiva”. Este grupo llamado Israel habría de ser exclusivo porque debía ser un pueblo sacerdotal, guiando a los demás a experiencias transformativas con Dios.

Era un grupo sacerdotal con un enfoque hacia afuera. Todos debían ser sacerdotes con un enfoque, como sugiere Éxodo 19, hacia “todas las naciones” y “toda la tierra”. Más adelante, a través del profeta Isaías, Dios enfatizaría este simbolismo de oscuridad y luz, diciendo, “te haré luz de las naciones” (Isaías 49:6).

Cuatrocientos años antes de Éxodo 19, Dios mencionó en cuatro ocasiones que todas las naciones de la tierra serían bendecidas a través de Abraham y sus decendientes (Génesis 12:1-3, 18:18, 22:18 y 28:14). El llamado desde el Monte Sinaí para que todos los del pueblo de Dios fueran agentes de reconciliación fue un paso importantísimo hacia el cumplimiento de esa promesa.

¿Cuál es la enseñanza de esto para los creyentes en el siglo 21? Bueno, Éxodo 19 es una expresión del deseo de Dios de que Su pueblo lleve el Evangelio de la reconciliación, redención y transformación hasta los confines de la tierra. Pablo dice que todos los creyentes -Gentiles y Judíos- son descendientes de Abraham (Gálatas 3:7, 29). Por lo tanto, el pueblo de Dios, si deseamos aceptar completamente nuestro rol como propiedad exclusiva de Dios, tomará firmemente su rol sacerdotal trayendo al resto del mundo a la presencia de Dios.

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