31 mayo 2013

La Mala Actitud de Jonás

"«Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive... Entonces Jonás se levantó y se fue en dirección contraria para huir del Señor." Jonás 1:2-3

¿Qué es lo que los creyentes generalmente toman como lección de la historia de Jonás? La enseñanza que más mencionan es: “Obedecer a Dios”. Escuché a alguien decirlo así: “¡Obedece a Dios o terminarás vomitado por una ballena!”

A decir verdad, la historia de Jonás si respalda la idea de que Dios espera que le obedezcamos pero, ¿es la obediencia el punto principal de la historia? No lo creo, porque Jonás eventualmente hizo lo que Dios le pidió. Jonás fue a Nínive y predicó por toda la ciudad. Si la obediencia fuera el punto principal en la historia, ¿no debía todo el resto ser armonía entre Jonás y Dios?

Y no lo fue. De hecho, cuando termina la historia de Jonás, Dios expresa su decepción con Jonás. Las palabras finales de Dios hacia Jonás son una pregunta: “¿No debería yo sentir compasión por esta gran ciudad? ” Jonás 4:11

Jonás evitó ir a Nínive porque odiaba a los ninivitas. Eran enemigos de Israel y Jonás no compartía nada del amor de Dios por ellos. De hecho, Jonás se molestó cuando la ciudad se arrepintió y ya no fue destruida. Esa reacción molestó a Dios en gran manera.

Solo entenderemos la historia de Jonás si vemos cuidadosamente los últimos dos versículos. El punto principal de la historia de Jonás es que Dios ama a todos los pueblos, incluyendo – para tristeza de Jonás – a los ninivitas. Esa es una de las razones principales por la que muchos expertos llaman a Jonás “el libro misionero del Antiguo Testamento”.

Dios claramente quiere que nuestros corazones se sintonicen con el de Él a este respecto. Bob Pierce de Visión Mundial decía, “que mi corazón se conmueva por las mismas cosas que conmueven al corazón de Dios”. En la historia de Jonás, el corazón de Dios se conmovió cuando un pueblo entero se apartó de Él. Jonás no debe ser nuestro modelo a seguir. Nuestros corazones deben estar conmovidos por los miles de pueblos que aun no conocen el Evangelio.

Tristemente, hoy hay creyentes que piensan que cualquiera que los haga sentir incómodos o amenazados no debe estar en el Reino de Dios. Se regocijan cuando sus enemigos sufren o son exterminados. Hace unas décadas, muchos cristianos estadounidenses eran muy elocuentes en su odio hacia los rusos. Se difundían eslóganes como, “mata un Comunista para Cristo”. Luego del 11 de septiembre, muchos cristianos estadounidenses empezaron a ver a los musulmanes como enemigos. En Croacia, descubrí que los habitantes de la vecina Serbia eran vistos como enemigos. En muchos lugares, las poblaciones de inmigrantes son consideradas como enemigos.

Reflexionemos cuidadosamente las implicaciones de la historia de Jonás. Dios no estaba feliz cuando Jonás no quiso atender una ciudad llena de personas apartadas de Él. Seguramente, Dios tampoco está complacido hoy cuando Su pueblo siente poca o ninguna responsabilidad de alcanzar a los pueblos del mundo que aun no le conocen.

29 mayo 2013

Llevando a Cabo los Planes de Dios

"Así nos lo ha mandado el Señor: 'Te he puesto por luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra.'" Hechos 13:47

Más de una vez más, alguien reflexionando en las palabras de Jesús “vayan y hagan discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19-20) ha concluido que este mandato era únicamente para aquellos que estaban presentes con Jesús cuando lo dijo. Eso es, por ejemplo, lo que algunos líderes de la Reforma creían y enseñaban.

Los escritos de los primeros cristianos indican que varios de los 12 apóstoles si dejaron su pueblo natal para ir a proclamar las Buenas Nuevas. Tenemos reportes, por ejemplo, de Andres evangelizando en Grecia, mientras que Santiago el Menor pudo haber ido a Egipto. Judas (Tadeo) pudo haber ido a Persia y Mateo a Etiopía. Tomás, el que dudó, fue a la India a predicar el Evangelio y plantar iglesias.

¿Era esa actividad misionera del primer siglo todo lo que Jesús quería decir en Su Gran Comisión? Definitivamente no, si vamos a tomar en serio las palabras de Hechos 13:47. Para dejarlo claro, la proclamación de Pablo del mandato divino es una cita de Isaías 42:6 más que una repetición de Mateo 28:19-20. Sin embargo, Hechos 13:47 tiene la frase “los confines de la tierra” de Hechos 1:8 y seguramente comunica el sentido de “todas las naciones” de Mateo 28:19-20.

Sobre el contexto en el que Pabló pronunció las palabras de Hechos 13:47, estaba predicando en Antioquía de Pisidia en su primer viaje misionero. Estaba hablando ese día a una audiencia principalmente Gentil. Ninguno de los apostoles originales estaba presente.

Pablo enfatiza a su audiencia que “así nos lo ha mandado el Señor.” Cuando dice “nos”, Pablo está incluyendo los nuevos creyentes gentiles que lo escuchan ese día. Eso estaría acorde a la afirmación que hizo en otra ocasión de que todos los que pertenecen a Cristo son hijos de Abraham (Gálatas 3:7, 29). Claramente, Pablo sintió que el mandato de llevar las Buenas Nuevas a los confines de la tierra estaba dirigido a todo el pueblo de Dios.

Hace ochenta años el profesor A. T. Robertson escribió un comentario versículo por versículo del Nuevo Testamento. Su comentario, en seis volúmenes, es ahora un clásico. En sus comentarios sobre Hechos 13:47, Robertson recordaba a sus lectores que muchos siglos han pasado desde que Lucas escribió el versículo. Seguía comentando que si calculamos el tiempo desde el escrito original de Isaías, han pasado todavía más siglos. Robertson notó que, cuando el escribía, más de la mitad de la población mundial no había escuchado el evangelio. Robertson conculyó, tristemente, que “el Pueblo de Dios es lento llevando a cabo los planes de Dios para salvación”.

Triste, pero cierto. Ochenta años después, sigue siendo cierto. Tenemos instrucciones claras para llevar a cabo los planes de Dios, pero seguimos vacilando.

27 mayo 2013

Más Que Un Terreno

“El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. En aquel día el Señor hizo un pacto con Abram. Le dijo: —A tus descendientes les daré esta tierra.” Génesis 12:1, 15:8

Hace más de cien años, en mi natal Oklahoma, hubo un programa gubernamental para entregar grandes terrenos a las personas que se comprometieran a cultivarlos por un mínimo de cinco años.

El llamado y promesa de Génesis 12 y 15 no era algo como aquel programa en Oklahoma. Abraham no estaba recibiendo una tierra para que simplemente la cultivara.

Dios tenía un propósito estratégico para reubicar a Abraham en Canaan, aunque a veces esa razón pueda malinterpretarse. Por ejemplo, he escuchado a algunas personas especular sobre si Abraham y Sara debían irse de la vida en la ciudad porque las ciudades son lugares pecaminosos donde la maldad abunda. Dios no estaba simplemente dándole a Abraham y a su familia un terreno.

A medida que la descendencia de Abraham se multiplicaba, Dios los comisionó a ser emisarios de Su mensaje. Debido al traslado de Abraham a Canaán, sus descendientes vivieron en la ruta principal de viajeros durante los tiempos bíblicos. ¿No refleja eso la pasión de Dios porque todas las naciones lo conozcan y lo alaben?

El área al este del Mediterráneo que estaba repartido entre las 12 tribus de Israel era el puente del mundo antiguo. Para viajar desde y hacia tres continentes – África, Asia y Europa – había que pasar por ese angosto corredor entre el Río Jordán y el Mar Mediterráneo.

Aun cuando había reinos que emergían y otros que caían, esta área siguió siendo la arteria principal de viajeros en el mundo. Caravanas de comerciantes, por ejemplo, viajando de Egipto a Persia o hasta la India parason por el área en la que Dios ubicó al pueblo al que en el Sinaí llamó a ser “un reino de sacerdotes” (Éxodo 19:6). En Isaías, Dios dijo que su pueblo sería “luz a los gentiles” (Isaías 42:6; 49:6). La reubicación de Abraham posicionó a sus descendientes de manera que podían servir como luz a los miembros de muchos otros pueblos. El potencial estaba instalado para poder florecer como un “reino de sacerdotes.”

La gente que se dedica a las bienes raices dicen que las tres cosas más importantes de una propiedad son: ubicación, ubicación y ubicación. La ubicación era una buena razón para que la familia de Abraham echara raíces en lo que ahora nosotros llamamos “Tierra Santa”. Reubicar a Abraham y Sara cerca de una ruta de transporte principal del mundo antiguo encaja bien en el deseo público de Dios de que las buenas nuevas de salvación se conozcan en todo el mundo (Isaías 49:6, Hechos 13:47).

24 mayo 2013

Bendecido para Bendecir

“Todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia.... Por lo tanto, sepan que los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe.” Génesis 22:18; Gálatas 3:7

Génesis 12:1-3 se conoce comúnmente como “el llamamiento de Abraham”. Esos tres versículos son, sin embargo, más que una instrucción para un hombre y su familia. En realidad, cuando el mismo mensaje se repite en Génesis 17, Dios dice que es un “pacto”. Con este pacto – que también aparece en Génesis 18 y 22 – Dios dio un paso importante para cumplir la promesa del Redentor que empezó a desplegarse en Génesis 3:15.

Al seleccionar a Abraham, Dios estaba eligiendo a la familia de la que nacería el Redentor. Dios también le estaba pidiendo a la famlia hacer una reubicación estratégica hacia el centro del mundo antiguo, y ahí los estaba desafiando a ser un pueblo misionero.

Este pacto es fundamental para entender no solo el Antiguo Testamento, sino también el Nuevo. Nos encontramos el nombre de Abraham unas 70 veces en el texto del Nuevo Testamento. Eso no fue solo porque Abraham fuera el ancestro de los hombres cuyas familias se constituyeron como las 12 tribus de Israel. Sino porque el y sus descendientes – espirituales y biológicos – eran los proveedores de la bendición de Dios a todo el mundo.

Cuando se piensa en los primeros versículos de Génesis 12, a menudo solo se ven las promesas de terrenos, muchos descendientes y renombre para Abraham. A decir verdad, esas promesas están en Génesis 12:1-3. Sin embargo, este pacto es sobre algo más grande que terrenos, multitud de descendientes y el legado de un hombre. Este pacto, llamado “perpetuo” en Génesis 17, es sobre llevar el mensaje del Mesías y Su obra redentora a todos los pueblos.

En Génesis 12:3, Dios nos permite participar de un sueño grande, el sueño de una bendición que fluye a todo el mundo. Esa bendición no era de riqueza o salud u otras cosas que a menudo hacen que la gente hoy diga, “Dios me ha bendecido”. La bendición que el pueblo de Dios debe transmitir a los demás, dice Gálatas 3:8 en su explicación del pacto Abrahamico, es el Evangelio.

No hay clausulas de recisión en este pacto. De manera que, en un sentido, es incondicional. Por el otro lado, está claro que el pueblo de Dios es bendecido para bendecir. Como dijo Bob Sjogren junto a otros misiólogos, este pacto tiene una bendición y una responsabilidad. El mensaje que debemos comprender es que con un privilegio viene una obligación.

Esa responsabilidad u obligación fue reiterada por Jesús en la Gran Comisión de Mateo 28:19-20. El “vayan” de la Gran Comisión es una reafirmación de lo que Dios había dicho dos mil años antes a Abraham: “En tí serán benditas todas las naciones de la tierra” (Génesis 12:3)

22 mayo 2013

Del Lejano Oriente al Lejano Occidente

“Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová.” ~Salmo 113:3

Hace mucho tiempo veía a los niños cantar el coro “Desde el Pronto Amanecer” haciendo los ademanes. Al verlos cantar esta versión del Salmo 113:3, me di cuenta de que cantaban sobre llevar a cabo la Gran Comisión – la invitación del Cristo resucitado a todos los creyentes a compartir Su historia alrededor del mundo.

Aunque debo aclarar que no todos ven este canto de esa manera. Eso porque algunos ven el Salmo 113:3 como referencia al periodo entre la salida y puesta del sol. Tal interpretación, sin embargo, es contraria al contexto del pasaje. Las palabras “desde ahora y para siempre” en el versículo previo obviamente se refieren al tiempo. Aun así, afirmar que el versículo tres también se refiere al tiempo es pasar por alto la frase “donde se pone”. El versículo tres se refiere al “lejano oriente y lejano occidente”.

No sabemos quién escribió el Salmo 113. Algunos expertos han sugerido que fue Moisés. Si Moisés fue el autor, tal vez lo escribió pensando en el llamado de Dios en Éxodo 19. Ahí es donde Dios dice que Su pueblo debe ser un “reino de sacerdotes”, una frase que quiere decir que debían ser un pueblo en el que todos buscan traer al resto de la humanidad a la presencia de Dios.

Este Salmo en particular se ha cantado por mucho tiempo en las conmemoraciones de la Pascua Judía. Por lo tanto debió ser cantado por Jesús y sus discípulos en la cena antes del arresto y crucifixión. El Cristo resucitado habló a sus discípulos sobre hacer discípulos en “todas las naciones” (Mateo 28:19-20). ¿Será posible que cuando Jesús dio esas instrucciones que ahora llamamos la Gran Comisión pasaban por su mente los momentos en los que cantó “del lejano oriete al lejano occidente” durante la Última Cena?

El Salmo 113:3 – así como el Salmo 50:12, Isaías 45:6 y 59:19 que están fraseados de manera similar – está escrito como un imperativo. Por lo tanto es un mandato. Entonces, si el Dios de Abraham, Isaac y Jacob no está siendo aclamado del lejano oriente al lejano occidente, Su pueblo está obligado a hacer algo al respecto.

A mediados del siglo 18, cuando los primeros misioneros Protestantes empezaron a salir, John Gill escribió que el Salmo 113:3 era definitivamente sobre el evangelismo mundial. Decía que el versículo vislumbraba “tiempos para el evangelio cuando sería llevado a todo el mundo, y muchos serían llamados de oriente y occidente, del norte y el sur, y amarían a Dios y lo alabarían.”

Las palabras del Salmo 113 se entonan hoy tanto por Judíos como por Cristianos. Cuando oimos el Salmo, debemos escuchar su expectativa de que el pueblo de Dios llevara sus Buenas Noticias a cada lugar de la tierra.

20 mayo 2013

Un Llamado a las Misiones desde el Sinaí

Antes de dar a Moisés los 10 mandamientos en el Monte Sinaí, Dios tenía algo más que decir a los descendientes de Abraham. Les dijo, “Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” (Éxodo 19:5-6)

“Propiedad exclusiva” puede ser una frase impactante para un grupo desorganizado de ex-esclavos y, de hecho, esa frase se malinterpreta frecuentemente. A menudo, hay personas que piensan que esas palabras significan que los judíos eran, y tal vez aún son, un “pueblo escogido” como si esta fuera la última palabra; como si un título así viniera sin obligación o responsabilidad. Tal interpretación ignora cómo el término “propiedad exclusiva” va de la mano en este pasaje con “ustedes serán para mí un reino de sacerdotes.”

Esta referencia a los sacerdotes no es sobre el sacerdocio levita. Ese sacerdocio en particular daría estructura y organización a la vida religiosa de la comunidad. Ese sacerdocio fue establecido después -en Éxodo 28 conjuntamente con la construcción del Tabernáculo. Éxodo 19 es sobre algo completamente diferente. Es sobre la identidad fundamental del pueblo de Dios.

Al declarar a Israel un “reino de sacerdotes”, Dios está diciendo que todo Su pueblo debe involucrarse en lo que Pablo llamaría más adelante “el ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18). Es esta idea del “reino de sacerdotes” lo que le da sentido a “propiedad exclusiva”. Este grupo llamado Israel habría de ser exclusivo porque debía ser un pueblo sacerdotal, guiando a los demás a experiencias transformativas con Dios.

Era un grupo sacerdotal con un enfoque hacia afuera. Todos debían ser sacerdotes con un enfoque, como sugiere Éxodo 19, hacia “todas las naciones” y “toda la tierra”. Más adelante, a través del profeta Isaías, Dios enfatizaría este simbolismo de oscuridad y luz, diciendo, “te haré luz de las naciones” (Isaías 49:6).

Cuatrocientos años antes de Éxodo 19, Dios mencionó en cuatro ocasiones que todas las naciones de la tierra serían bendecidas a través de Abraham y sus decendientes (Génesis 12:1-3, 18:18, 22:18 y 28:14). El llamado desde el Monte Sinaí para que todos los del pueblo de Dios fueran agentes de reconciliación fue un paso importantísimo hacia el cumplimiento de esa promesa.

¿Cuál es la enseñanza de esto para los creyentes en el siglo 21? Bueno, Éxodo 19 es una expresión del deseo de Dios de que Su pueblo lleve el Evangelio de la reconciliación, redención y transformación hasta los confines de la tierra. Pablo dice que todos los creyentes -Gentiles y Judíos- son descendientes de Abraham (Gálatas 3:7, 29). Por lo tanto, el pueblo de Dios, si deseamos aceptar completamente nuestro rol como propiedad exclusiva de Dios, tomará firmemente su rol sacerdotal trayendo al resto del mundo a la presencia de Dios.

17 mayo 2013

¿La Misión es Primero Local y Luego Global, o es Simultánea?

Justo antes de su ascensión, Jesús habló de que el Espíritu Santo vendría sobre sus discípulos. Luego les dijo “serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” (Hechos 1:8) Para la mayoría de nosotros, estas palabras suenan parecidas a la Gran Comisión de Mateo 28. Otros, sin embargo, aseguran que Hechos 1:8 es un plan paso por paso.

Por eso, dicen ellos, Jesús quiere que primero nos concentremos en nuestra propia ciudad (nuestra “Jerusalén”). Cuando la evangelización se complete allí, ya podemos ir a Judea y cuando terminemos allí, podemos ir a nuestra Samaria. Y en algún tiempo futuro, podemos ir a los confines de la tierra.

El problema con esa interpretación es que no concuerda con lo que hizo la Iglesia primitiva. Los primeros cristianos no procedieron a evangelizar en una secuencia en la que primero evangelizaban un lugar y debían completarla antes de pasar al siguiente.

La persecución hizo que los creyente simultaneamente se esparcieran por Judea y Samaria. De manera que Felipe ya estaba predicando en Samaria (Hechos 8) antes de que toda Judea fuera evangelizada. La Iglesia primitiva no tenía problema con ir más allá de la fronteras geográficas. Para cuando Pablo se convirtió, había iglesia en las ciudades gentiles como Damasco y Antioquía de Siria. De hecho, la iglesia de Antioquía fue la iglesia que comisionó a Pablo y Bernabé como misionereos.

La pregunta que los primeros creyentes si tuvieron que enfrentar era la de las fronteras culturales, es decir, si los gentiles que aceptaran a Cristo debían hacerse judíos. El concilio de Jerusalén que se describe en Hechos 15 llegó a una conclusión tajante, y no hay evidencia de que las personas esperaran a terminar de evangelizar un lugar antes de pasar al siguiente. Hay historias de Tomás plantando iglesias en India y Andrés evangelizando en Grecia. Las fuentes históricas de la Iglesia primitiva se refieren a Bartolomé visitando Armenia y a Santiago “el jóven” visitando Egipto. Judas (Tadeo) podría haber visitado Persia y Mateo visitado Etiopía.

Claramente, los cristianos del siglo I pensaban que Cristo quería un evangelismo que fuera a todos los lugares al mismo tiempo. Aparentemente, entendieron la lista de lugares de Hechos 1:8 no como un mapa que debía seguirse al pie de la letra, sino simplemente como otra manera de decir “hagan discípulos a todas las naciones.” (Mateo 28:19-20) y “predicar el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

En los siglos 16 y 17, la reforma protestante enseñó una secuencia lineal (“primero evangelice su pueblo”). Estaban equivocados. Se necesitó de personas como William Carey para llevar nuevamente a la Iglesia a evangelizar en todo lugar simultáneamente “desde y hacia los seis continentes.”

¿Será que la idea de que el evangelismo mundial debe ser lineal (“primero en mi 'Jerusalén'”) es solo una manera de evadir la responsabilidad de evangelizar al resto del mundo?

15 mayo 2013

Sin Lugar para “Todas las Naciones”

Rara vez la historia de cuando Jesús expulsó a los comerciantes del Templo da lugar a una charla sobre el evangelismo mundial. Eso es lamentable, si tomamos en cuenta que Jesús citó a Isaías 56:7 como la razón de sus acciones: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones.”

Cuando se habla de la historia de la purificación del Templo casi nunca se menciona la frase en Isaías: “para todas las naciones”. Una razón puede ser que solo en Marcos aparece el versículo completo de Isaías. Sin embargo, al ignorar esas últimas 3 palabras de Isaías 56:7, podríamos estar perdiendo lo que en realidad estaba sucediendo aquel día. El punto central quizás no era el comercio corrupto y abusivo que se estaba dando. El punto central pudo haber sido que el Patio de los Gentiles había sido invadido para esta actividad. Eso básicamente desalojó del Templo a los que no eran judíos y significaba que el Templo ya no podía ser en realidad una “casa de oración para todas las naciones.”

Mateo, Marcos y Lucas ubican la purifiación del Templo en el Lunes Santo. El viernes de esa semana, Jesús murió en sacrificio “por los pecados de todo el mundo” (1 Juan 2:2). Por lo tanto, cuando Jesús entró en el Templo al inicio de la Semana Santa, esa carga por todo el mundo era muy grande en Él. Tal vez ya estaba pensando en las palabras que compartiría más adelante sobre predicar el evangelio a “toda criatura” (Marcos 16:15) y ser testigos “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

Dado lo que Jesús enfrentaría más adelante esa semana, es lógico que Su corazón estuviera pensando ese lunes en “todas las naciones”. Eso lo habría hecho especialmente sensible a que el Patio de los Gentiles estuviera invadido por comerciantes y cambistas. Mientras los negocios fraudulentos ciertamente profanaban el Templo santo de Dios, la gota que pudo haber derramado el vaso para Jesús fue ver el espacio de los Gentiles usurpado y convertido “en cueva de ladrones” (una frase de Jeremías 7:11). Con los Gentiles desalojados del lugar, el Templo ya no podría ser “una casa de oración para todas las naciones.”

La vida de Jesús inicia en Belén donde “no había lugar” para él. ¿No es irónico que al final de su vida terrenal, Jesús encontró otro rótulo de “no hay lugar”? ¡Este impedía el ingreso al Templo a las multitudes por las que él estaba a punto de morir! ¿Nos sorprende, entonces, que sus emociones llegaran al límite aquel día? Tal vez las nuestras deberían hacer lo mismo cuando algo impide que “todas las naciones” vengan a adorar a su Creador.

13 mayo 2013

SEMANA SANTA: ¿Declaración de Misión desde la Cruz?

"¿Dios mío, Dios mío, por qué me haz abandonado?"

Esta pregunta registrada en Mateo 27:46 y Marcos 15:34 es una de las clásicas "Siete Palabras" de Cristo en la cruz. Los creyentes han meditado en esta más que en todas las otras juntas. "¿Cómo puede Dios abandonar a Dios?" se preguntan. Un amigo mío me dice que es como que estas palabras probaran la creencia de los Testigos de Jehová de que Jesús no es Dios.

Tres cosas distinguen a esta "palabra" de las otras seis. Esta es la única que se registra en más de un evangelio. Es la única de las siete "palabras" en forma de pregunta y es la única que cita al Antiguo Testamento.

Este último punto puede ser crucial para entender por qué Jesús exclamó, "¿Dios mío, Dios mío, por qué me haz abandonado?" ¿Fueron estas palabras un grito de agonía que reflejaban un sufrimiento personal? O, ¿estaba Jesús tratando de comunicar otra cosa?

Los eruditos bíblicos nos invitan a leer los versículos bíblicos en un contexto más amplio. Hagamos eso con esta "palabra" de Cristo en la cruz. Estas palabras vienen del himnario hebreo que hayamos al inicio del Salmo 22. Luego de esa pregunta inicial, el Salmo 22 va subiendo en intensidad hasta poner a los israelitas a cantar:
"Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Esto será contado de Jehová hasta la postrera generación. Vendrán, y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto." (Salmo 22:27, 30b-31) 
¿Será que las implicaciones que esta "palabra" tendría para nuestra creencia en un Dios Trino (un Dios en tres personas) nos está haciendo dejar por un lado la razón por la que Jesús recitó el Salmo 22? La muerte estaba frente a él. En ese momento, el no podía cantar o recitar todo el Salmo. ¿Será posible que Jesús quiso pronunciar la primera línea del Salmo 22 esperando que, en sus mentes, los espectadores siguieran recitando el resto del Salmo (tal y como lo hacemos cuando escuchamos el verso de alguna canción famosa)?

¿Habrá sido el deseo de Jesús en el día de su crucifixión enfatizar los pronósticos del Salmo 22 sobre los confines de la tierra reconociendo y volviéndose al Señor? ¿Es esta "palabra" una declaración de que la justicia de Dios sería proclamada aún a los todavía no habían nacido? me viene a la mente las presentaciones de la Película Jesús que se realizan en diversas aldeas alrededor del mundo.

Se puede argumentar muy bien que en esos momentos previos a su muerte, Jesús estaba señalando las profecías al final del Salmo 22. Para los espectadores ese día en el Calvario (así como para los que leerían los evangelios en los años siguientes) esta "palabra" puede considerarse una previa a la Gran Comisión (Mateo 28:19-20) que Jesús daría a sus seguidores luego de su resurrección y justo antes de su ascensión.