El tema de los inmigrantes y las exhortación a atender al extrajero aparece varias veces en el Antiguo Testamento. Se pueden encontrar referencias en Éxodo, Levítico, Deuteronomio, 1 Reyes y Miqueas. Un versículo en Deuteronomio dice, “Ama al inmigrante” (Deuteronomio 10:19)
Deuteronomio es un recopilación de los últimos mensajes de Moisés, relata los eventos clave en la travesía de los israelitas por el Sinaí después del éxodo. Moisés ha contado una tercera parte de su relato cuando da el mandato de mostar amor al inmigrante.
Este mandato tiene implicaciones enormes para la causa del evangelimo mundial. Piense por un momento en sus amigos y familiares que no tienen a Cristo como su Salvador. Todas las personas que conozco tienen seres queridos fuera del Reino. ¿No anhelamos que ellos también vengan al Señor? ¿No están ellos también en nuestras oraciones? Por lo tanto, si amamos al inmigrante, ¿no desaríamos también que llegara a conocer a Jesucristo?
Algunos podrían decir que esta interpretación del mandato de Moisés está en contra de lo que dice el resto del Antiguo Testamento. Esa objeción podría surgir al asumir que la actitud del Antiguo Testamento es la de “nosotros contra el resto mundo”. Y esa suposición podría basarse en la repetición a lo largo del Antiguo Testamento de advertencias sobre no adoptar religiones e ídolos extranjeros. Tales advertencias deben tomarse en serio. Pero de ninguna manera fueron dadas para cerrar nuestra mente y dar lugar a una desconfianza o rechazo a los inmigrantes.
De hecho, cuando Moisés dijo “inmigrantes”, pudo haber estado pensando en los vecinos cercanos de los israelitas, algunos de los cuales eran temerosos de Dios y también adoraban a YHWH. Ese escenario tiene aplicaciones claras en un mundo donde los inmigrantes pueden llegar a vecindarios llenos de evangélicos. Sin embargo, ¿no podría ser también que el Espíritu Santo dispuso Deuteronomio 10:19 como un mandato a ver al mundo sin las fronteras nacionales?
Ver a Deuteronomio 10:19 como una indicación de que el pueblo de Dios debe amar a todos en el mundo refleja claramente lo que sabemos sobre Dios mismo a partir de la escritura. Por ejemplo, 1 Juan 4:8 dice que “Dios es amor”, y no sería exagerado pensar que la exhortación a amar al inmigrante fluye del amoroso deseo de Dios de bendecir a todas las naciones (Génesis 12:3).
El mandato de Deuteronomio de amar al inmigrante está muy acorde al “porque de tal manera amó Dios al mundo” de Juan 3:16. La idea de amar a todos los pueblos trae a mente aquel coro:
“No le importa tu color,
A Jesús, el Salvador”
Desafortunadamente, amar a los extranjeros es algo que el pueblo de Dios no siempre a hecho bien. Jonás, por ejemplo, neciamente se rehusó a amar a los ninivitas. A finales de los 1700s, varios lideres eclesiásticos le dijeron al aspirante a misionero William Carey que no se preocupara por las personas que nunca habían escuchado el evangelio. Porque ellos, le dijeron, eran problema de Dios y no nuestro.
Ese desprecio ingrato hacia los demás pueblos evidencia un fracaso en aceptar el mandato de Deuteronomio 10:19. Siendo que este versículo refleja el amor de Dios por todas las etnias, ¿no sería entonces lo correcto que participaramos de la pasión en el corazón Dios amando sinceramente a los inmigrantes?
Deuteronomio es un recopilación de los últimos mensajes de Moisés, relata los eventos clave en la travesía de los israelitas por el Sinaí después del éxodo. Moisés ha contado una tercera parte de su relato cuando da el mandato de mostar amor al inmigrante.
Este mandato tiene implicaciones enormes para la causa del evangelimo mundial. Piense por un momento en sus amigos y familiares que no tienen a Cristo como su Salvador. Todas las personas que conozco tienen seres queridos fuera del Reino. ¿No anhelamos que ellos también vengan al Señor? ¿No están ellos también en nuestras oraciones? Por lo tanto, si amamos al inmigrante, ¿no desaríamos también que llegara a conocer a Jesucristo?
Algunos podrían decir que esta interpretación del mandato de Moisés está en contra de lo que dice el resto del Antiguo Testamento. Esa objeción podría surgir al asumir que la actitud del Antiguo Testamento es la de “nosotros contra el resto mundo”. Y esa suposición podría basarse en la repetición a lo largo del Antiguo Testamento de advertencias sobre no adoptar religiones e ídolos extranjeros. Tales advertencias deben tomarse en serio. Pero de ninguna manera fueron dadas para cerrar nuestra mente y dar lugar a una desconfianza o rechazo a los inmigrantes.
De hecho, cuando Moisés dijo “inmigrantes”, pudo haber estado pensando en los vecinos cercanos de los israelitas, algunos de los cuales eran temerosos de Dios y también adoraban a YHWH. Ese escenario tiene aplicaciones claras en un mundo donde los inmigrantes pueden llegar a vecindarios llenos de evangélicos. Sin embargo, ¿no podría ser también que el Espíritu Santo dispuso Deuteronomio 10:19 como un mandato a ver al mundo sin las fronteras nacionales?
Ver a Deuteronomio 10:19 como una indicación de que el pueblo de Dios debe amar a todos en el mundo refleja claramente lo que sabemos sobre Dios mismo a partir de la escritura. Por ejemplo, 1 Juan 4:8 dice que “Dios es amor”, y no sería exagerado pensar que la exhortación a amar al inmigrante fluye del amoroso deseo de Dios de bendecir a todas las naciones (Génesis 12:3).
El mandato de Deuteronomio de amar al inmigrante está muy acorde al “porque de tal manera amó Dios al mundo” de Juan 3:16. La idea de amar a todos los pueblos trae a mente aquel coro:
“No le importa tu color,
A Jesús, el Salvador”
Desafortunadamente, amar a los extranjeros es algo que el pueblo de Dios no siempre a hecho bien. Jonás, por ejemplo, neciamente se rehusó a amar a los ninivitas. A finales de los 1700s, varios lideres eclesiásticos le dijeron al aspirante a misionero William Carey que no se preocupara por las personas que nunca habían escuchado el evangelio. Porque ellos, le dijeron, eran problema de Dios y no nuestro.
Ese desprecio ingrato hacia los demás pueblos evidencia un fracaso en aceptar el mandato de Deuteronomio 10:19. Siendo que este versículo refleja el amor de Dios por todas las etnias, ¿no sería entonces lo correcto que participaramos de la pasión en el corazón Dios amando sinceramente a los inmigrantes?
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